Mi abuelo alquilaba un pequeño departamento de dos piezas en la calle Parral, cuando Parral era ancha y de tierra. En una de las piezas dormían mis tíos Físhale y Meier; en la otra, el abuelo. Yo, los fines de semana, dormía en la pieza de mi abuelo. Me desvestía, y me acostaba en su cama. Mi abuelo apagaba la luz de la pieza, se sentaba en una silla y encendía un cigarrillo. Al rato, me preguntaba si estaba despierto. Yo le contestaba que sí, que estaba despierto, que no tenía sueño.
Té y café | Relato corto de Slawomir Mrozek
–¿Té o café? –preguntó la anfitriona.
Me gustan ambas cosas y aquí me obligaban a elegir. Eso quería decir que pretendían escatimar el café o el té. Soy bien educado, de modo que no di muestras de cómo me asqueaba semejante tacañería. Justamente estaba ocupado conversando con el profesor, mi vecino de mesa, a quien estaba convenciendo de la superioridad del idealismo sobre el materialismo, y fingí no haber oído la pregunta.